Las cruentas edades del cerdo y el lobo, por santa Hildegarda

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En las profecías de Santa Hildegarda, doctora de la Iglesia,, contenidas en sus libros Scivias y Obras Divinas las Cinco Cruentas Edades de los Reinos de este Mundo concluyen en las edades del Cerdo Negro y el Lobo Gris.


Al Caballo Pálido, la época de gobernantes crapulosos que encaja con la Historia europea de los siglos XVI a XVIII, le sigue la cruenta edad del Cerdo Negro que, según el Scivias, «será el tiempo en que los príncipes del mundo forjarán en sus corazones la lóbrega sombra de la tristeza y los cubrirá el cieno inmundo. Arrumbarán la Ley divina por la desmesura de la fornicación y otras abominaciones, y urdirán muchos cismas en la santidad de los preceptos divinos» (Sc., 3ª, 11ª, 5).

A ojos divinos, cada una de estas cruentas edades es peor que la anterior, y aquí la Luz Viva nos habla de una fornicación desmedida que describe con colores vivos a los lúbricos gobernantes de las naciones europeas en el siglo XIX.

El Libro de las Obras Divinas (OD., 3ª, 5ª, 25-26) profetiza dos acontecimientos que permiten fechar con exactitud esta cruenta edad, a pesar de las dificultades que presenta el texto: Un de ellos fue la constante disminución del poder imperial hasta su ruina total, «porque ésos [emperadores] miserables, tibios, serviles e indignos en su comportamiento, y completamente inútiles, querrán ser honrados por el pueblo pero no harán nada para hacerlo próspero y por tanto no podrán ser honrados ni respetados». Efectivamente, el Sacro Imperio dejó de existir el 7 de agosto de 1806 al abdicar el último emperador del Sacro Imperio.

La segunda profecía se refiere a la reducción de la autoridad pontificia porque «ni los príncipes ni los demás hombres, tanto seglares como pertenecientes a las órdenes religiosas, reconocerán ya el carácter sagrado del título apostólico y disminuirá su prestigio», lo que dejó constreñida la autoridad temporal del papado a Roma y algunos aledaños a partir de la invasión napoleónica de los estados pontificios de 1797, siguió con la conquista de Roma por los piamonteses en 1870, y quedó sancionada finalmente en los Pactos de Letrán de 1929.
Después de esto, dice la Luz Viva, la iniquidad se debilitará, pero por poco tiempo, aunque de vez en cuando intentará alzar cabeza, y en esta época abundarán las profecías y los sabios esclarecerán los secretos proféticos.


Como se recordará, ésta fue efectivamente la época en que comenzaron en La Salette las admoniciones de la Santísima Virgen, que se multiplicarían de forma desconocida hasta entonces. La Luz Viva también profetiza que en esta cruenta edad la Humanidad avanzaría en sanidad y nutrición, como realmente ocurrió en los siglos XIX y XX.

Pero también profetiza que los hombres, después de haber sufrido grandes tribulaciones por las invasiones de pueblos extranjeros y las divisiones dentro del imperio, creerán vivir ya en paz y entonces surgirá de pronto una agitación de las herejías y confusiones dentro de la iglesia que anunciarán la llegada del Anticristo. «Nunca hubo impurezas de tanta envergadura», dice la Luz Viva.

Finalmente, la última cruenta edad de esta etapa es la del Lobo Gris, que el Scivias describe como » tiempo de la rapiña, cuando los hombres voraces arrebatarán para sí el poder y la riqueza: los veréis irrumpir en los saqueos bajo la piel grisácea, ni negra ni blanca, de sus astucias, y derrocarán y desmembrarán las cabezas de estos reinos» (Sc., 3ª, 11ª, 6).

Es la edad de los gobernante ladinos que se apoderarían de los bienes de los demás so capa de interés público, caracterizada también por gran abundancia de grandes santos que la Luz simboliza con la cadena que sujeta al Lobo, que es blanquinegra y no solamente negra como las otras, y por el desmembramiento de los reinos, que se quedarán sin reyes. Este último dato es perfectamente reconocible, ya que a lo largo del siglo XX desapareció de Occidente una docena larga de monarquías, y algo así como diez imperios perdieron sus cabezas o fueron desmembrados.
La Luz Viva anuncia que durante esta cruenta edad se manifestará el Hijo de la Perdición «al que vosotros llamais Anticristo»:»¡Ay!, porque entonces llegará el tiempo de la tribulación: muchas almas serán apresadas […] y los hijos de la Luz sean puestos en el lagar del quebranto, pues no renegarán del Hijo de Dios y execrarán al Hijo de la Perdición, que querrá cumplir su voluntad con artes diabólicas». (Sc., 3ª, 11ª, 6). «En aquel tiempo los hombres rehuirán la sinceridad y la estabilidad de la verdadera fe y se alejarán del Dios verdadero, para volverse al Hijo de la Perdición que, llevando la turbación a toda la Iglesia, producirá grandes agitaciones y adversidades con las que cubrirá a los fieles que intentarán resistirle» (OD, 3ª, 5ª, 27).

Por tanto, la Luz Viva advertía a los cristianos con tiempo, allá por el año 1151, que sería en esta Cruenta Edad de los gobernantes ladrones simbolizados por el Lobo Gris, cuando habrían de defenderse de la manifestación del Hijo de la Perdición, tema que examinaremos en una próxima entrega.

José María Sánchez de Toca
Rafael Renedo Hijarrubia

(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, donde también hay fragmentos de la visión 11ª del Scivias, cedidos por editorial Trotta).

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