La hipocresía y el abuso de hacer lo que se quiere según sus intereses ideológicos con toda la cara, desvergonzadamente. Esto es algo que se ve en la actualidad en muchos comportamientos políticos y sociales. Veamos el caso del campeonato mundial de futbol.
Ha comenzado el Mundial de Catar, un país no democrático que viola derechos (como el de las mujeres, homosexuales y obreros) y donde se da una exclusión de la libertad religiosa, el islamismo es algo totalitario y discriminatorio en ese país musulmán. Amén de este estilo dictatorial arbitrario, se une el silencio ante la violencia islámica en otros países de la tierra contra el cristianismo.
Sin olvidar este dato tremendo que revela el menosprecio al valor de la vida humana sea de la condición que sea: desde que comenzaron las obras de las grandes infraestructuras necesarias para albergar el campeonato, cerca de 6.500 migrantes han perdido la vida, poro cómo han trabajado: en condiciones inaceptables, a 50º y con alimentación insuficiente.
Es decir, que este país es indigno de recibir unos el honor de celebrar un acontecimiento de esta magnitud mundial. En cambio, ha sucedido. ¿Por qué? Porque el mundo en general, no solo ya político, es de un desahogo y de una caradura abrumadores. Es decir, este mundo actual, progre, es de una hipocresía soberbia. A excepción de honrosas posturas de personas individuales, como cantantes como Shakira, Rod Stewart y Dua Lipa, o futbolistas como el alemán Toni Kroos o el inglés Kane (aunque estos de boquilla, pues allí están jugando). ¡Poderoso caballero es el dinero!
Alguien ha mencionado de tapadillo algo criticando la falta de derechos humanos; pero claro, algunos, los de los gays especialmente, y poco más. Pero sin ninguna resonancia; se mira para otra parte. Aquí los lobys progres no revindican; el islamismo es una «religión amiga» para combatir el cristianismo. Ah, y por supuesto, lo que nadie menciona –ni aquí ni en ningún lado– es la persecución catarí a los cristianos que, como en todo el mundo islámico (incluidos países centroafricanos), así como en China, son perseguidos, secuestrados, torturados, asesinados, silenciados…
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, salió en defensa de la celebración del Mundial de fútbol en Catar sugiriendo que Europa no está para dar lecciones: pero no por su presente, sino por su pasado: «Los europeos, por lo que hemos hecho durante los últimos tres mil años, deberíamos estar pidiendo perdón los próximos tres mil antes de dar lecciones de moral a otros«. Ha le faltado que decir: hasta el momento presente en que el progresismo del NOM (Nuevo Orden Mundial) está transformando el mundo (atropellando el derecho natural…).
Otro tanto ocurrió con la comunista China, en las Olimpiadas… no se tuvo apenas reparo en participar; nadie fue capaz de plantarse y boicotear, a excepción de la representación diplomática de EE.UU., Australia, Canadá, Reino Unido y Japón…, no enviaron delegaciones gubernamentales, aunque sus atletas sí participarán, por lo que no afectó a la competición ni tuvo resonancia signifitiva. Y eso que se trata de la mayor tiranía del mundo. Ahora ni eso.
En su momento escribimos el artículo titulado «Los Juegos Olímpicos de Pekín 2022«. De total vigencia, comenzabamos así:
«El comportamiento de China con arreglo a la libertades, y concretamente las religiosas, deja mucho que desear, o lo que es lo mismo: no existen. Es decir, China es una dictadura comunista. Y ante esta realidad, ¿qué hace el mundo? Nada, o peor aún, la respaldan premiándola con olimpiadas.
«Esto es sencillamente una vergüenza. Y quien no se avergüenza de sus vergüenzas, quien no tiene escrúpulos de su conducta ignominiosa, quien no siente necesidad de arrepentirse de sus pecados, lo acabará pagando. De momento lo pagan las víctimas inocentes, ¿cómo lo acabará pagando el Occidente consentidor y «agradaor» de ese sistema totalitario y represor?»
En resumen, el Mundial de Catar ha puesto de relieve el hipócrita progresismo occidental, como lo hizo anteriormente las Olimpiadas de China. Vergonzosa hipocresía del cinismo progre.