Algo hay que no va como se supone que debería ir. La mediocridad existencial del ser humano de hoy es apabullante. No hay nivel, no hay grandeza, no hay genio creador, no hay aspiración a lo más sublime y elevado, al sumo bien, a la integridad moral, a la belleza excelsa, etc., etc.
Tal vez sea necesaria una concepción nueva de cómo el ser humano ha de estar resituado en la existencia y recobrar el enfoque antropológico natural; pues todo apunta a una perversión de su grandeza y dignidad. El bajo nivel espiritual, su incapacidad para penetrar en el espacio interior, de respetar la conciencia, de aguantar el silencio, de soportar las preguntas que desarman, de disposición a salir de sí, a abrir la ventana que oxigena el alma, a dialogar con la trascendencia, a rezar, etc., etc.
No hay nada de eso, y en cambio, se da la mezquindad, el ceñirse a la materia, guiados por el deseo de placer, no importa si es bajo, innoble o inmoral, si es un defraudador, un estafador, un aprendiz de pirada, sujeto solamente a la imposición de una ley a la que procura sortear deshonestamente, sin importarle si esto le hace bien o no a su ser más íntimo y verdadero. Da igual. En fin, y cosas como éstas; de las cuales podríamos estar hablando inagotablemente, pues son tantas… y tan aplastantes.
Decía la mística Simone Weil: “Las Iglesias románicas, el canto gregoriano, sólo han podido surgir entre poblaciones en las que había muchas más pureza que en los siglos siguientes”.
Hoy se carece el esa pureza elevante, grandiosa, prodigiosa, que proyectaba el espíritu humano hacía lo sublime…, en lo tocante a su ser, y de ahí surgía esa fibra de santidad, heroicidad, creatividad…
Volver la vista a atrás y compararse es echarse a llorar. Sin ir más lejos, ¿dónde están hoy los Cervantes, Shakespeare, Dostoievski…; Velázquez, Goya, Van Gogh…; Bach, Mozart, Beethoven…; Da Vinci, Miguel Ángel, Gaudí…; Descartes, Kant, Hegel…; Francisco de Así, Domingo de Guzmán, Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola, Isabel la Católica…?
Hoy en día se cuenta todo el saber del pasado, con tiempo libre, con la educación, con todos los medios…, y para todo el mundo. Antes, nada de esto, y para unos muy pocos. Y en cambio, hoy en la inanidad…
Ya no hay pasión por la belleza, lo bondad, la verdad, la santidad…