
La conversión, la pequeñez, la sencillez de cada día, la amistad con Dios, el sacrificio, la oración, la gracia divina, la santidad… Un 7 de junio de 1925 moría Mateo Talbot, la inaparente humildad, que pasa desapercibida para el mundo, pero que tanto gusta Dios.
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