En este santo se ve palmariamente lo que Dios es capaz de hacer con la persona que se presta a su santificación, sea de la condición y las circunstancias que sean.
Dios puede hacer santo a cualquier, véase: a delincuentes, como el «Buen Ladrón» san Dimás; a golferas, como San Agustín o San Juan de Dios; a personas de inteligencia obtusa, como san José de Cupertino, san Diego de Alcalá …, y —en el caso que nos ocupa y que celebramos hoy su santidad— a personas con no buena salud psíquica, san Benito José Labre.