
Isabel La Católica —en proceso de canonización— en su testamento tres días antes de morir, en 1504:: «No consientan que los nativos y los habitantes de dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad y que si sufrieren algún daño, lo repararen»