Comenzar de nuevo a lo grande. Esto es lo que se pretende en un momento histórico de soberbia enajenación. Hacer las cosas nuevas, resetear la realidad, la naturaleza, el orden establecido…, como si todo ello estuviera en las manos distintas de Aquel que creo todo bajo un designio amoroso. Solo Dios puede hacer un mundo nuevo, refundarlo. Y este mundo, esta Creación, es el mejor de los mundos posible -guste a algunos o no-.
Este Nuevo Orden Mundial que se pretende, con dimensiones totales que afectaría principalmente al ser del hombre, a su la antropología y moral, pretende en definitiva recrearlo; es decir, pergeñarlo a su imagen y semejanza, convertirlo previamente en arcilla -deconstruirlo- y seguidamente modelarlo según un patrón no de origen divino, amasado a base de amor y libertad, donde cada persona humana goza de dignidad única e insoslayable, para convertirla -bajo pretexto de mejora- en un ser ninguneado.
Si se prescinde de Dios, cuanto el hombre haga será en contra del hombre mismo.
Aprovechando las circunstancias sobrevenidas a consecuencia de la pandemia, se pretende en este escenario de oportunidad provocar esa especie de gran reinicio. Esta es la opinión dominante de estos ideólogos: «La pandemia representa una oportunidad, inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo y forjar un futuro más sano, más equitativo y más próspero.» (Profesor Klaus Schwab, Fundador y Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial).
Elites políticas y económicas globalistas están en esta onda. Al albur de esta crisis mundial que alcanzan a todos los órdenes, pretenden implantar una serie de cambios sociales que, bajo la apariencia de pretender buscar el bien común, afectarían de raíz a la cosmovisión que se tiene de la vida, de la realidad y de las personas mismas. Se trata de rehacer la civilización humana sobre mejores bases, cambiando por completo la forma en que vivimos, con otra concepción de la existencia… Es decir, con una metamorfosis de las gentes que no sabemos en qué puede parar o sí, pero en cualquier caso causa inquietud y desazón.
Sin duda que hay cosas que mejorar en la vida en la Tierra y en las relaciones humanas. Es aceptable y rea la idea de que la Humanidad se encuentra ante una encrucijada y debe dar un giro radical para construir un mundo más justo y sostenible y ecológico que no ponga cuestione la vida en a la Tierra… Pero de ahí a pretender una Recreación hasta de lo más sagrado, va un trecho. Tal vez ocurra lo de «al tirar el agua, se tire también al niño» -¿o quizá sea lo que se pretenda?-. Preocupante.