El evangelio del día de hoy, 2 de septiembre, nos revela, en su primera parte, el verdadero rostro de Dios. Juan nos dirá en su carta «Dios es amor» (1 Juan 4,16); Jesús en este acontecimiento en la sinagoga de su tierra de crianza Nazaret desveló a través de su predicación cómo es realmente Dios, añadiendo a mayor diferencia del de el Antiguo Testamento, les viene a decir a sus paisanos cómo es la verdad más nítida y profunda del corazón de Dios: Él es de un amor tierno, misericordioso, gratuito.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,16-30):
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo» y’ «haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».»
Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
El rostro más autentico de Dios: es el del amor misericordioso. Jesús omitió un reglón de las Escrituras, para revelarnos cómo Dios (mas) realmente es.
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Jesús entró en la sinagoga de Nazaret, tomó las Escrituras en texto hebreo y las leyó al arameo para que los presentes la entendieran. El párrafo era del profeta Isaías:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor .
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». (Lc 4,18-21).
Pero hete aquí que entre los presentes había un escriba que se sabía las Escrituras al dedillo, y dirigiéndose a Jesús le hizo airadamente una observación:
—Has omitido una parte del texto sagrado. Concretamente aquel que dice: Pregonar el día de venganza de nuestro Dios (Is 61,2).
Y Jesús, mansa pero firmemente, le dijo mirándole a los ojos:
—Verdaderamente conoces las Escrituras; pero ¡oh, qué pena! no conoces a Dios.
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“Cristo, pues, revela a Dios, que es Padre, que es ‘amor’, como diría San Juan en su primera Carta; revela a Dios ‘rico de misericordia’, como leemos en San Pablo. Esta verdad, más que tema de enseñanza, constituye una realidad que Cristo no ha hecho presente. Hacer presente al Padre en cuanto amor y misericordia es en la conciencia de Cristo mismo la prueba fundamental de su misión de Mesías; lo corroboran las palabras pronunciadas por El primeramente en la sinagoga de Nazaret y más tarde ante sus discípulos y ante los enviados por Juan Bautista” (Juan Pablo II)[1]
Yo no juzgo al que oye mis palabras y no las guarda, pues no he venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo (Jn 12,47).
Jesucristo es original respecto a los profetas y así el Nuevo Testamento respecto al Antiguo, y es que proclama la salvación; es su apuesta fundamental.
Revela a un Dios que tiene entrañas de misericordia, que es un Padre, un papaíto (Abba), que se desvive por sus hijos, y que por tanto no le corresponde sino, muy al contrario a lo que es el sentir general, de que cuanto nos sucede de malo sea castigo —venganza– de Dios por nuestros pecados.
Si Cristo eliminó de las Escrituras esa parte como impropia de Dios, del Dios Padre que el nos revelaba, cada vez que leamos en las Escrituras algo así, tendríamos que «saltárnoslo».
Así como Jesucristo lee el Antiguo Testamento así lo tenemos que leer nosotros, con la mirada amorosa y salvadora de Cristo, quien nos revela el rostro más nítido y verdadero de Dios. Quien se aleja de este foco de luz a la hora de interpretar la Escrituras sacará una imperfecta imagen de Dios.
Muchos cristianos leyendo la Biblia sin tener en cuenta esta revelación extraordinaria de Dios en y por su Hijo, han cometido barbaridades que han «sacralizado», apoyándose en textos sagrados bastardamente leídos, avergonzando a Dios.
…Vendrán los sumos sacerdotes, los teólogos, los expertos, los escribas de siempre, los censores, etc., y montarán una cruz, o si la cruz ofende, harán de ella astillas y formarán una hoguera.
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El «ojo por ojo, y diente por diente» del Antiguo Testamento es una relación de justicia, de eros o ‘filia’ en que la simpatía se ha roto y reclama se restituya desde quien la ha quebrado, ajustando lo desajustado. Esto es de una lógica humana categórica. Pero desde la lógica divina, es decir, desde la Buena Nueva del Evangelio, la lógica humana se diviniza en Cristo, y el ajustamiento se realizará desde la misericordia, desde el perdón, asimétricamente; es una relación de ágape. Aquí la relación no se basa en la simpatía y en la justicia, sino en la fraternidad y en el amor misericordioso; aquella tiene su origen en la naturaleza humana; ésta en la divina. Sin fe ?implícita o explícita? la fraternidad y el ágape son imposibles
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Queridos, no os venguéis vosotros mismos, más bien dad lugar al castigo de Dios, pues está escrito: ‘Mía es la venganza. Yo pagaré, dice el Señor’. De tal manera que si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; que si haces esto, amontonarás tizones encendidos sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien (Rom 8,19-21).
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Catena Aurea
Y regresó Jesús por la virtud del Espíritu, a Galilea, y la fama de El se divulgó por todo el país. Y El enseñaba en las sinagogas de ellos, y era engrandecido por todos. Y vino a Nazaret, donde se había criado: y entró, según su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó para leer: y se le dio el libro de Isaías profeta: y abriéndole, halló el lugar en que estaba escrito: El Espíritu del Señor reposó sobre mí, por lo que me ungió; y me envió a evangelizar a los pobres, a sanar a los contritos de corazón, a predicar la remisión a los cautivos, y a los ciegos la vista: poner a los quebrantados en libertad, predicar el año aceptable del Señor, y el día de la retribución.» Y habiendo cerrado el libro, se lo devolvió al ministro, y se sentó. Y cuantos había en la sinagoga tenían los ojos fijos en El. Y les empezó a decir: «Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos». (vv. 14-21)
Orígenes, in Lucam hom. 32
Porque el Señor había vencido al tentador, se le añadió virtud, esto es, en cuanto a su manifestación. Por lo que se dice: «Y regresó Jesús en virtud del Espíritu».
Beda
La virtud del Espíritu significa los signos de los milagros.
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Obraba milagros, no con un poder extrínseco y como habiendo adquirido la gracia del Espíritu Santo -como otros Santos-, sino más bien, como que era Hijo de Dios por naturaleza y asociado en todo al Padre, usa de la virtud del Espíritu Santo como propia virtud y propia operación. Convenía que desde entonces se manifestase y brillase el misterio de su encarnación entre aquellos que eran de la sangre de Israel. Por eso sigue: «Y su fama se extendió».
Beda
Y como la Sabiduría pertenece a la doctrina y el poder a las obras, ambos se juntan aquí. De donde sigue: «Y El enseñaba en las sinagogas». La palabra griega sinagoga significa en latín congregación, con cuyo nombre los judíos solían llamar, no sólo la asamblea de las turbas, sino también la casa en la que se reunían para oír la palabra de Dios, como nosotros llamamos Iglesia a la reunión de los fieles y al local en que se congregan. Hay, sin embargo, una diferencia entre sinagoga -que quiere decir congregación- e Iglesia, que significa convocación (asamblea), porque los animales y las demás razas pueden congregarse en un lugar, mientras que sólo se puede convocar a los seres racionales. Por eso a los doctores apostólicos les pareció oportuno que el pueblo de la nueva gracia, que es más digno, se llamase Iglesia más bien que sinagoga. Con razón debía ser glorificado por todos los presentes él que tenía el testimonio de todos los hechos y de todos los oráculos precedentes, cuando sigue: «Y era glorificado por todos».
Orígenes, in Lucam, hom 32
Guárdate de pensar que aquéllos solamente son bienaventurados que fueron testigos de la enseñanza de Jesucristo, creyéndote menos favorecido que ellos, porque también enseña ahora en todo el universo por medio de sus órganos; y ahora es más glorificado por todos que en aquel tiempo, en que tan sólo en una provincia se congregaban.
San Cirilo
Se da a conocer a aquéllos, entre los cuales se crió según la carne, de donde sigue: «Y vino a Nazaret».
Teofilacto
Para enseñarnos a instruir y hacer bien primero a los propios, y después extender a los otros la amistad.
Beda
Reuníanse en las sinagogas el día del sábado, a fin de meditar las enseñanzas de la ley, durante el reposo de las cosas del mundo y en el recogimiento del corazón, de donde sigue: «Y entró, según su costumbre, el día del sábado en la sinagoga».
San Ambrosio
De tal modo el Señor se prestó a toda clase de obsequios, que no desdeñó el oficio de lector, de donde sigue: «Y se levantó a leer: y se le entregó un libro». Tomó el libro, para demostrar que El es el que habla por medio de los profetas, y apartar la perfidia sacrílega de aquéllos que dicen que el Dios del Antiguo Testamento no es el mismo que el del Nuevo, o que hacen comenzar a Cristo en la Virgen. ¿Cómo, en efecto, puede comenzar en la Virgen El que hablaba antes que la Virgen existiese?
Orígenes, ut sup
No abrió el libro por casualidad, y halló el capítulo de la lección que le anunciaba, sino que fue obra de la providencia de Dios, por lo que sigue: «Y apenas le abrió, halló el lugar».
San Atanasio, Orat. 2, contra Arrianos
Dice esto para explicarnos la causa de la revelación y de su encarnación; pues del mismo modo que el Hijo -que da el Espíritu-, no rehúsa confiar -como hombre- que con el Espíritu de Dios expulsa los demonios, tampoco rehúsa decir: «El Espíritu de Dios sobre mí», porque se hizo hombre.
San Cirilo
Igualmente confesamos que fue ungido, en cuanto tomó carne. De donde sigue: «Por lo que me ungió». No se unge la divina naturaleza, sino lo que es común con nosotros; así también cuando se dice enviado, debe atribuirse a la humanidad, pues sigue: «Me envió a evangelizar a los pobres».
San Ambrosio
He ahí la Trinidad coeterna y perfecta. La Escritura anuncia a Jesús, Dios y hombre perfecto en dos naturalezas. Anuncia al Padre y al Espíritu Santo, que apareció como cooperador, cuando descendió sobre Cristo bajo la especie corporal de una paloma.
Orígenes, in Lucam hom 32
Llama pobres a las naciones, y lo eran, en efecto, puesto que nada poseían: ni Dios, ni ley, ni profetas, ni justicia, ni las demás virtudes.
San Ambrosio
O se le unge universalmente con el óleo espiritual y la virtud celeste, para regar la pobreza de la condición humana con el tesoro eterno de la resurrección.
Beda
Es también enviado a evangelizar a los pobres y decirles: «Bienaventurados, pobres, porque vuestro es el reino de los cielos» ( Mt 5,3).
San Cirilo
Acaso quiere decir que entre todos los dones que vienen de Cristo, el mejor es para los pobres de espíritu. Sigue: «Sanar a los contritos de corazón». Llama contritos de corazón a los débiles, que tienen mente frágil y que no pueden resistir a los asaltos de las pasiones, a quienes promete el remedio de la salvación.
San Basilio, in Cat. graec. Patr
O viene a sanar los contritos de corazón, esto es, a dar remedio a los que tienen humillado el corazón por Satanás con el pecado; porque el pecado es lo que sobre todo abate el corazón humano.
Beda
O porque está escrito: «Dios no desecha al corazón contrito y humillado» ( Sal 50,19); por eso se dice enviado a sanar a los contritos de corazón; según aquella sentencia: «Que sana a los contritos de corazón» ( Sal 146,3).
Sigue: «Y anunciar la remisión a los cautivos».
Crisóstomo, in Salm. 125
La palabra cautividad tiene muchos sentidos. Hay una cautividad buena, como dice San Pablo: «Cautivando todo nuestro espíritu para obedecer a Cristo» ( 2Cor 10,5); y hay una mala, de la cual se dice: «Llevaban cautivas a mujeres cargadas de pecados». La cautividad es sensible cuando procede de enemigos corporales; mas la peor es la inteligible, de la que dice aquí: «El pecado produce la más dura tiranía, manda el mal y confunde a los que le obedecen» ( 2Tim 3). De esta cárcel inteligible es de donde nos sacó Jesucristo.
Teofilacto
También puede entenderse esto de los muertos, que estaban cautivos, y la resurrección de Jesucristo rompió las cadenas que los detenían en el infierno.
Sigue: «Y la vista a los ciegos».
San Cirilo
Las tinieblas que el diablo había amontonado en el corazón humano, Jesucristo -como el Sol de justicia- las disipó; haciendo a los hombres hijos, no de la noche y de las tinieblas, sino de la luz y del día, como dice el Apóstol: «Los que antes erraban, entraron en la senda de los justos» ( 1Tes 5).
Sigue: «Poner en libertad a los quebrantados».
Orígenes, in Lucam hom 32
¿Qué cosa más quebrantada y lisiada que el hombre, a quien dimitió Jesús y sanó?
Beda
O «poner en libertad a los quebrantados», esto es, enderezar a los que el peso de la ley había encorvado.
Orígenes, ut sup
Todas estas cosas fueron predichas para que, después de la vista dada a los ciegos, después de la libertad de los cautivos, después de la curación de diveresas heridas, vengamos al año propio del Señor, de donde se sigue: «Anunciar el año propicio del Señor». Dicen algunos, según la simple inteligencia, que el Salvador predicó el Evangelio en Judea durante un año, y que por eso se dice: «Anunciar el año aceptable del Señor». O el año de Dios aceptable es todo el tiempo de la Iglesia, en el cual, mientras se vive en la carne mortal, no se goza de la visión de Dios.
Beda
No sólo el año de la predicación del Señor fue aceptable, sino también aquel en que predicaba el Apóstol, diciendo: «He aquí ahora el tiempo aceptable» ( 2Cor 6,2). Después del año aceptable del Señor, añade: «Y el día de la remuneración», esto es, extrema, cuando dé a cada uno según sus obras.
San Ambrosio
O llama año favorable del Señor al día eterno, que no conocerá ya el trabajo de este mundo, y que dará a los hombres la recompensa del reposo.
Sigue: «Y habiendo cerrado el libro, le devolvió».
Beda
Después de haber leído el libro a los que estaban presentes para escucharle, le devolvió al ministro; porque cuando estaba en el mundo hablaba públicamente, enseñando en las sinagogas y en el templo; mas vuelto al cielo, confió el ministerio evangélico a aquellos que le habían visto desde el principio, y que habían sido ministros de su palabra. Leyó de pie, porque, cuando nos explicó las Escrituras que se referían a El, se dignaba obrar en la carne; mas devuelto el libro, se sienta, porque vuelve a ocupar el trono de su celestial reposo. Estar de pie es propio del que obra, sentarse, lo es del que descansa o juzga; así, el predicador de la palabra debe levantarse y leer, esto es, obrar y predicar y sentarse, es decir, esperar el premio del descanso. Leyó con el libro abierto, porque, enviado el Espíritu de verdad, enseñó toda verdad a la Iglesia. Le entregó cerrado al ministro, porque no todo se puede decir a todos, pero comisionó al doctor para dispensar la palabra según la capacidad de los oyentes.
Sigue: «Y en la sinagoga todos tenían los ojos fijos en El», etc.
Orígenes, in Lucam hom 32
Y aun ahora si queremos, se pueden fijar nuestros ojos en el Salvador. Si diriges el anhelo de tu corazón a la sabiduría, la verdad y a la contemplación del Unigénito de Dios, tus ojos ven a Jesús.
San Cirilo
Atraía hacia sí las miradas de todos, asombrados de ver que sabía letras sin haberlas aprendido. Mas como era costumbre de los judíos decir que las profecías de Cristo se cumplían en alguno de sus jefes o reyes, o en algunos santos Profetas, el Señor precave esto, por lo que sigue: «Empezó, pues, a decirles: Esta Escritura se cumple hoy», etc.
Beda
Porque el Señor hacía las grandes cosas que aquella Escritura había predicho, y el Señor las anunciaba mayores.
Y todos le daban testimonio, y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: «¿Por ventura no es éste el hijo de José?» Y les dice: «Sin duda me aplicaréis esta semejanza. Médico, cúrate a ti mismo. Cuanto oímos que hiciste en Cafarnaúm, hazlo aquí en tu patria». Dice, pues: «En verdad os digo, que ningún Profeta es bien recibido en su patria. Dígoos en verdad, muchas viudas había en Israel en tiempo de Elías, cuando se cerró el cielo durante tres años y seis meses, resultando grande hambre en toda la tierra, y a ninguna de aquéllas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidonia. Y había muchos leprosos en Israel, en tiempo de Eliseo Profeta, y ninguno de ellos fue curado, sino Naamán Siro». (vv. 22-27)
Crisóstomo, hom. 49, in Matth
Habiendo venido el Señor a Nazaret, se abstuvo de hacer milagros, para no excitar mayor envidia. Les expone una doctrina no menos admirable que los milagros. Había cierta divina gracia inefable en las palabras del Salvador, que enternecía las almas de los que le escuchaban, de donde se dice: «Y todos le daban testimonio».
Beda
Le daban testimonio, testificando que El era verdaderamente -como había dicho- Aquel de quien cantara el Profeta.
Crisóstomo, hom. 49, in Matth
Pero necios admiradores de la virtud de la palabra, le desprecian a El, por aquel a quien creían su padre, de donde sigue: «Y decían: ¿Acaso éste no es el hijo de José?»
San Cirilo, in Cat. graec. Patrum
Pero ¿qué impide, para ser venerable y admirable, que fuese hijo -como creían- de José? Por ventura no ves los divinos milagros, a Satanás vencido y a muchos curados de sus enfermedades.
Crisóstomo, hom. 49, in Matth
Después de mucho tiempo y de la publicidad de sus milagros, volvió a ellos y no le soportaron, sino que nuevamente se encendían de envidia, por lo que sigue: «Y les dijo: Ciertamente que me diréis este símil: Médico, cúrate a ti mismo».
San Cirilo
Era éste un proverbio comúnmente admitido entre los judíos, inventado para ofender a otro; así decían algunos a los médicos que estaban enfermos: «Médico, cúrate a ti mismo».
Glosa ordin
Como diciendo: Hemos sabido que curaste a muchos en Cafarnaúm, cúrate también a ti mismo, esto es, haz igualmente en tu ciudad, donde fuiste concebido y criado.
San Agustín, De cons. Evang., lib. 2, cap. 42
Puesto que San Lucas recuerda las grandes cosas que hizo, y sabe que no las ha contado todavía, ¿qué cosa más evidente que él ha contado esto antes de tiempo? Pues no ha pasado tan allá del bautismo, que se crea haber olvidado que aún nada ha dicho de lo que pasó en Cafarnaúm.
San Ambrosio
No en vano se excusa el Salvador de no haber obrado milagro alguno en su patria; para que no creyese alguien que el amor a la patria debe ser para nosotros el inferior, pues sigue: «Dice, pues: En verdad os digo, que ningún profeta es bien recibido en su patria».
San Cirilo
Como diciendo: Queréis que haga muchos prodigios entre vosotros, cerca de quienes he sido criado; mas no se me oculta cierta pasión común a muchos. Se desprecian de alguna manera siempre, aun las cosas mejores, cuando no suceden rara vez a alguno, sino cuando él quiere; y así pasa con los hombres, al que es familiar, como siempre está dispuesto, se le niega la reverencia debida por sus conocidos.
Beda
Que Cristo es llamado profeta en las Escrituras, lo atestigua Moisés, cuando dice: «Dios os suscitará un profeta de entre vuestros hermanos» ( Dt 18,15).
San Ambrosio
Con este ejemplo se da a entender que en vano se debe esperar la ayuda de la Misericordia divina, cuando se tiene envidia al mérito de la virtud de otro. El Señor desprecia a los envidiosos, y aleja los milagros de su poder, de aquellos que persiguen en otros los divinos beneficios; pues las operaciones de la carne del Señor son una prueba de su divinidad, y lo que es invisible en El se nos demuestra por lo que es visible. Observad, pues, los males que produce la envidia. La patria de Jesús, la cual fue digna de que el Hijo de Dios fuese en ella concebido, es juzgada indigna de sus obras por la envidia.
Orígenes, in Lucam hom. 33
En la narración de San Lucas, no se dice que Jesús hubiese hecho prodigio alguno en Cafarnaúm; pues antes que viniese a Cafarnaúm, léese que vino a Nazaret, por lo que presumo que estas palabras: «Todas aquellas cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm», ocultan cierto misterio, y que Nazaret representa a los judíos, como Cafarnaúm a los gentiles. Tiempo vendrá en que dirá el pueblo de Israel: Danos a conocer lo que has manifestado a todo el mundo; predica tu palabra al pueblo de Israel, para que, al menos cuando entren todas las gentes se salve todo Israel. Por lo tanto, creo que el Salvador contestó muy oportunamente: «Ningún profeta es acepto en su patria», más bien según el espíritu que según la letra. Aunque Jeremías no fue bien recibido en Anathoth -su patria- así como los demás profetas, paréceme, no obstante, que se entiende mejor diciendo que, aunque el pueblo de la circuncisión fue la patria de todos los profetas, las naciones recibieron el anuncio de Jesucristo, y creyeron a Moisés y a los profetas, que anunciaban al Cristo, más dócilmente que los de su patria, que no recibieron a Jesús.
San Ambrosio
Cita un ejemplo muy a propósito para reprimir la arrogancia de sus conciudadanos celosos, y muestra que su conducta está conforme con las antiguas Escrituras; pues sigue: «En verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías», no porque los días fueran de Elías, sino porque durante ellos operó Elías.
Crisóstomo
Este ángel de la tierra; este hombre celestial, que no tenía habitación, ni mesa, ni vestido como muchos, llevaba en su boca la llave de los cielos; y esto es lo que sigue: «Cuando se cerró el cielo». Después que cerró el cielo, e hizo la tierra estéril, reinaba el hambre y se consumieron los cuerpos. Y por ello sigue: «Cuando hubo una grande hambre por toda la tierra».
San Basilio
Como vio que la saciedad engendraba grandes escándalos, les impuso el ayuno por medio del hambre, y reprimió así la culpa de aquéllos, que iban creciendo demasiado. Los cuervos, que de ordinario roban a los otros su alimento, lo suministraron al justo.
Crisóstomo
Y como se secó el río de donde bebía el justo, el Señor le dijo: «Ve a Sarepta de Sidonia: allí mandaré a una mujer viuda que te alimente» ( 1Re 17,9). Por lo cual prosigue: «Mas a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una mujer viuda, en Sarepta de Sidonia». Lo cual se verificó por una gracia especial del Señor. Dios hizo que marchase por un camino muy largo hasta Sidonia, para que, viendo el hambre que se padecía, pidiese al Señor las lluvias. Entonces había muchos que eran ricos, pero ninguno hizo lo que la viuda. La veneración de esta mujer hacia el Profeta la hizo hallar riquezas, no en sus dominios, sino en su voluntad.
San Ambrosio
Según el sentido místico, dice: «En los días de Elías», porque días hacía para aquéllos, que veían en sus obras la luz espiritual, y por lo tanto se abría el cielo para los que veían los misterios divinos; y se cerraba durante el hambre, porque no había deseo de conocer al Señor. Aquella viuda, a quien fue enviado Elías, es una figura de la Iglesia.
Orígenes, in Lucam hom 32
Como había hambre en todo Israel, esto es, de oír la palabra de Dios, vino el profeta a la viuda, de la que se dice: «La que está abandonada tiene más hijos que aquélla que tiene esposo» ( Is 54,1); y habiendo venido, multiplica su pan y sus alimentos.
Beda
Sidonia quiere decir caza inútil; Sarepta, incendio o escasez de pan; con lo cual se representa a la gentilidad, que, dedicada a la caza inútil -esto es, a las ganancias y a los negocios de la vida-, sufría el incendio de las pasiones carnales, y la escasez del pan espiritual; hasta que Elías -esto es, la palabra profética-, después de haber cesado la inteligencia de las Sagradas Escrituras, por la perfidia de los judíos, vino a la Iglesia, para que, recibido en ella, alimentase y fortificase los corazones de los creyentes.
San Basilio
Así toda alma, viuda y privada de la virtud y del conocimiento de Dios, cuando recibe la divina palabra, y conoce sus propios defectos, aprende a alimentar la palabra con el pan de las virtudes, y a regar la ciencia de la virtud con la fuente de la vida.
Orígenes, in Lucam hom. 33
Mas dice otra cosa todavía en el mismo sentido, cuando añade: «Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del Profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue limpiado sino Naaman de Siria, el cual no era, en verdad, de Israel».
San Ambrosio
En un sentido místico el pueblo, formado de extranjeros, se une a la Iglesia para seguirla. Era leproso antes de ser bautizado en el río misterioso, mas después que fue purificado, por medio del Sacramento del Bautismo de todas las manchas que tenía en su cuerpo y en su alma, empezó a ser una virgen inmaculada sin arrugas.
Beda
Naaman -que quiere decir hermoso-, significa pueblo de las naciones, a quien se manda purificar siete veces, porque el bautismo salva lo que regenera por medio de los siete dones del Espíritu Santo. Su carne aparece después de la purificación como la de un niño, porque la madre gracia pone a todos en una misma infancia, o porque se hace semejante a Cristo, de quien se dice: «Un niño nos ha nacido» ( Is 9,6).
Y se llenaron todos de ira en la sinagoga, oyendo estas cosas, y se levantaron, y le echaron fuera de la ciudad: Y lo llevaron hasta la cumbre del monte, sobre el cual estaba edificada la ciudad, para precipitarlo: mas El, pasando por medio de ellos, se fue. (vv. 28-30)
Griego, in Cat. graec. Patr
Se indignan porque les echa en cara su mala intención; de donde sigue: «Y se llenaron todos de ira en la sinagoga, oyendo estas cosas». Como había dicho: «Hoy se cumple esta profecía», creyeron que se comparaba a sí mismo a los profetas, y por eso se indignaron y lo echaron fuera de la ciudad; de donde se sigue: «Y se levantaron, y le echaron fuera de la ciudad».
San Ambrosio
No debe causar extrañeza que perdiesen su salvación, aquellos que arrojaron al Salvador de sus confines. El Señor, pues (que había enseñado a los apóstoles con su ejemplo cómo debe tratarse a los demás), ni rechaza a los que quieren estar con El, ni obliga a los que no quieren; ni hace oposición a los que le arrojan, ni desoye a los que le piden. Y no es pequeña la envidia que se levanta, cuando olvidándose todos de la caridad del Salvador, convierten los motivos de gratitud en odios acerbos. De aquí sigue: «Y lo llevaron hasta la cumbre del monte, sobre el cual estaba edificada la ciudad, para despeñarlo».
Beda
Los judíos son peores, siendo discípulos, que siendo el diablo maestro. Porque aquél dice: «Arrójate al abismo» ( Mt 4,6); pero estos intentan arrojarle de hecho. Mas el Salvador, mudando la intención de ellos, o aturdiéndolos, bajó, porque aún les reservaba ocasión de arrepentirse. De aquí prosigue: «Mas El, pasando por medio de ellos, se fue».
San Crisóstomo
En lo cual da a conocer lo que es propio de la humanidad y lo que es propio de la divinidad: encontrarse en medio de los que le acechan y no ser aprehendido, da a entender la excelencia de la divinidad. Pero marcharse es tanto como dar a conocer el misterio de una gracia especial, esto es, de la encarnación.
San Ambrosio
Entiéndase también que no sufrió la pasión de su cuerpo por necesidad, sino voluntariamente. Porque cuando quiere, es prendido; y cuando quiere, se escapa. Y si no ¿cómo podía ser prendido por unos pocos, el que no puede ser detenido por un pueblo entero? Mas quiso ser perseguido por una muchedumbre sacrílega, a fin de morir por todos, siendo inmolado por unos pocos. Sin embargo, quería más bien salvar a los judíos que perderlos para siempre, y por eso cuidaba de que ellos no pudiesen cumplir lo que querían, dejando frustrado su furor.
Beda
No había venido aún la hora de su pasión, que debía tener lugar durante la preparación de la Pascua; tampoco se encontraba en el lugar en donde debía suceder la pasión, el cual no se figuraba en Nazaret, sino en Jerusalén, con la sangre de las víctimas; ni tampoco había elegido esta clase de muerte, puesto que todos los siglos anunciaban que sería crucificado.
……………
[1] Enc. Dives in misericordia, n.3.
ACTUALIDAD CATÓLICA