Cañizares señala a quién no puede votar un católico: «No nos podemos contentar con el mal menor»

El cardenal acaba de publicar un artículo en el que ofrece algunas claves a los católicos para ir a votar en las próximas elecciones autonómicas y municipales.

El cardenal Antonio Cañizares, antiguo prefecto de la Congregación para el Culto Divino  (2008-2014) y arzobispo emérito de Valencia, participa siempre activamente del debate político-social en España en el ejercidio de su responsabilidad pastoral.

Este miércoles ha publicado un artículo La Razón en el que ofrece a los católicos algunas claves para ir a votar en las elecciones del 28 de mayo.

El cardenal asegura que los comicios municipales y autonómicos del 28-M son «muy importantes», teniendo en cuenta que «la situación es complicada y nada fácil» y «depende mucho de nuestra responsabilidad«.

«Esta responsabilidad entraña, en primer lugar, el deber de votar, ejercer nuestro derecho a votar y elegir conforme a lo que nuestra conciencia nos dicte responsablemente para el bien común«, afirma el purpurado, quien escribe este artículo porque «bastantes cristianos» le han pedido «alguna orientación», no sobre partidos y personas concretos («cosa que en absoluto me corresponde»), sino para «orientar sus conciencias«. 

«El cristiano es libre para elegir entre los diversos partidos, programas y candidatos», señala, «siempre en coherencia con la fe cristiana y con los principios morales o de doctrina social cristiana que le son consubstanciales. No podemos elegir a cualquiera, no da lo mismo uno que otro: no nos podemos contentar con el mal menor, sino habrá que acudir a intentar el bien posible».

Criterios relevantes: qué sí y qué no

El prelado señala a continuación los criterios de voto que considera fundamentales y debe apoyar un católico:

-«el reconocimiento efectivo de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos (…) No podemos contribuir al establecimiento de ningún tipo de totalitarismo, del signo que sea»;

la desaparición de las desigualdades sociales» y «la atención prioritaria a los pobres, los inmigrantes, los refugiados, y las periferias existenciales«;

-«un renovado talante de convivencia y generosidad, de diálogo y cooperación, de unidad y concordia entre todos los españoles sin exclusiones»;

no podemos dar nuestro voto a quien no defienda el derecho a la vida, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural: deberían quedar excluidas las formaciones que promuevan o favorezcan el aborto como un derecho, o la eutanasia –disfrazada a veces como muerte digna, que es otra cosa muy distinta– el consumo y tráfico de drogas, o el terrorismo»;

también deben excluirse aquellos grupos que no salvaguarden ni promuevan el debido respeto a la familia, a su verdad, a sus derechos;

la libertad religiosa y de conciencia, bases para una verdadera democracia en paz. (…) Habrá que evitar dar el voto a aquellas formaciones políticas que, en estos momentos, están promoviendo o tolerando un acoso sordo y sutil pero real y sistemático, a lo religioso en personas e instituciones… un laicismo radical e ideológico«;

el derecho a la enseñanza libre y en libertad, y a la educación integral que tiene todo ciudadano, así como el derecho a la libertad de enseñanza, el derecho de los padres, prioritario y principal, a educar a sus hijos, a educarlos conforme a sus propias convicciones, a elegir el centro escolar que satisfaga adecuadamente este derecho inalienable, y el derecho de alumnos y padres a una enseñanza moral y religiosa en la escuela conforme a sus propias convicciones»;

habrá de evitarse el que se genere, extienda y se imponga un pensamiento único, por ejemplo, la ideología de género«;

-«los intereses municipales o comunitarios deben estar defendidos adecuadamente contra la posible o eventual corrupción por un eficaz sistema de controles».

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