El presidente estadounidense, que se dice católico, se está volviendo en piedra de escándalo en cuanto que, contraviniendo la doctrina de la Iglesia Católica, tiene a gala el ser adalid de la causa abortista y de la ideología de género; es obsesivo su empeño, y el de su Administración, por promocionar, legislar y subvencionar estas dos cuestiones.
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Y, desgraciadamente, la causa proabortista no solo la ejerce de puertas para adentro, sino que también la extiende a otros países, y de la mano de la ONU. E incluso coacciona a quien se proclame pro-vida de manera activa. Esta es la última noticia: “Administración Biden insta a Guatemala a retirarse del documento de protección de la vida y contra el aborto”.
El país que preside Biden ha sufirido y sufre constantes ataques a iglesias católicas; en torno a 400 iglesias católicas han sufrido ataques desde mayo de 2020. Se intensificaron dos años después, cuando el Tribunal Supremo anuló la ley del aborto del caso Roe contra Wade. Y no muestran signos de desaceleración: se han producido casi 100 nuevos ataques contra iglesias desde principios de 2023. ¿Y qué ha dicho o ha hecho al respeto el “católico” Biden?
Se han levantado ya muchas voces de la jerarquía eclesiástica contra esta postura de Joe Biden, entre ellas las del papa Francisco que, ya hace un par de años, la tachó de “incoherente”: “Dejo a que su conciencia hable con su obispo, su párroco, su párroco sobre esta incoherencia”.
Pero esto no parece ser suficiente para hacerle retractarse o al menos comedirse y guardar las formas, no, no, sigue erre que erre. De modo que sería apropiado en pensar en la posibilidad de la excomunión.
Nos viene muy bien para este motivo mencionar el caso ejemplar de San Ambrosio, siendo obispo de Milán a finales del siglo IV, vivió momentos complicados pero que eligió oponerse valientemente a los poderes terrenales antes que ceder a ser fiel a la doctrina de la iglesia. A continuación exponemos parte del artículo de Angélica Barragán en Religion en Libertad, con el título “El obispo fiel”, y que dice así:
Quizá el episodio más emblemático de su vida fue cuando, en el año 390, Ambrosio excomulgó temporalmente al emperador Teodosio I. Ocurrió que los sediciosos habitantes de la ciudad de Tesalónica asesinaron a los funcionarios del emperador. Ante este hecho el emperador, dejándose llevar por la cólera, ordenó la masacre indiscriminada de ciudadanos, lo que costó la vida de 7.000 personas. Cuando lo supo San Ambrosio, haciendo gala tanto de una sabia prudencia como de un gran celo pastoral, le envió una carta personal al Emperador conminándole a reparar su crimen con una penitencia ejemplar. En una de las ocasiones le escribe: «Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado, imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que hizo él». Teodosio entonces, dando muestra de su gran humildad y arrepentimiento, realizó una muy grande y pública penitencia. Finalmente, en el día de Navidad del año 390, el emperador es readmitido a la catedral de Milán, siendo recibido en la puerta por San Ambrosio.
Un par de años más tarde, en el funeral del emperador, San Ambrosio declaró: «Siendo la primera autoridad civil y militar, aceptó hacer penitencia como cualquier otro pecador, y lloró su falta toda la vida. No se avergonzó de pedir perdón a Dios y a la Santa Iglesia, por lo que, seguramente, ha conseguido el perdón».
En el año 397, a la edad de 57 años, San Ambrosio murió plácidamente exclamando: «He tratado de vivir de tal manera que no tenga que sentir miedo al presentarme ante el Divino Juez».
La escandalosa proclamación del Día de la Visibilidad Transexual que hiciese el presidente Joe Biden el Domingo de Resurrección constituye una seria ofensa a los cristianos de todo el mundo, pero sobre todo y ante todo es una gravísima afrenta a Dios al rechazar no solo la doctrina cristiana sobre la sexualidad sino hasta la ley natural y la misma razón. Desafortunadamente, vivimos en tiempos en los cuales la mayoría de los católicos son católicos «de cafetería». Es decir, solo de nombre, pues se seleccionan a conveniencia tanto dogmas como enseñanzas.
Actualmente, es evidente la falta de compromiso y sobre todo de amor (de varios pastores y muchas ovejas) a la verdad transmitida por Cristo a través de las enseñanzas perennes de su Iglesia. Hemos olvidado que estamos con Cristo o contra Él (cfr. Mt 12,30) y que nuestra fe debe ser demostrada con obras, las cuales incluyen, muchas veces, nuestro testimonio público.
San Ambrosio, gracias a su heroica defensa de la Iglesia en contra de los ataques del poder secular, logró que se reconociese que “el emperador está en la Iglesia y no por encima de la Iglesia”. Que su ejemplo nos guíe y nos infunda la valentía que necesitamos para proclamar y defender que no hay gobernante, ni pueblo, ni ley por encima de Cristo y de su Iglesia.
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