Hoy 9 de septiembre, como ayer, el Evangelio (Lc 6,6-11) nos narra un momento clásico de Jesús como era curar a los enfermos, siempre y en cualquier momento, y esto no importa que sea en sábado, día sagrado en que se prohíbe por ley hacer nada.
Este hecho o manera de actuar Jesús es importante, importantísimo, tanto que Jesús, pese a la presión coactiva de los doctores de la ley y los riesgos que conllevaba, no deja de hacer el bien y sanar a la gente. Como ve al final de texto, sería una de las causas que le llevarían a la muerte: “En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.”
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 6-11:
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.
Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: «Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?» Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: «Extiende la mano». El la extendió y quedó curado.
Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.
Dios nunca prohíbe hacer el bien a los demás; da prioridad a la acción del amor a cualquier cosa. Incluso su ley decae ante su otra ley mayor: la del amor: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”.
“Un solo precepto contiene toda la ley en su plenitud: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gál 5,14). “La plenitud de la ley es la caridad” (Rom 13,10). El amor es la plenitud de la Ley por el hecho de ser en sí mismo una fuerza dinámica que impulsa al hombre a buscar el bien de los demás, vigorizando su fe en Cristo (Gál 5,6: la fe que actúa por amor). “Ya no está bajo la ley” (Rom 6,15), sino bajo “la ley de Cristo” (1 Cor 9,21).
La interpretación que ofrece Jesús no va propiamente «contra» la ley, sino que busca interpretar de una manera más radical, según la «justicia mayor», la ley que otros maestros interpretaban más benévolamente. Jesús justifica su actitud «liberal» ante la Ley con la cita de Oseas 6,6, según la cual Dios quiere (ante todo) misericordia y no sacrificio. ¡Amor!. Así, pues, “es lícito hacer el bien en sábado” (Mt 12,12b).
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Palabras del papa Francisco:
(Audiencia, 10 junio 2015)
“En los Evangelios, muchas páginas relatan los encuentros de Jesús con los enfermos y su compromiso por curarlos. Él se presenta públicamente como alguien que lucha contra la enfermedad y que vino para sanar al hombre de todo mal: el mal del espíritu y el mal del cuerpo. Es de verdad conmovedora la escena evangélica a la que acaba de hacer referencia el Evangelio de san Marcos. Dice así: «Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados» (1,32). Si pienso en las grandes ciudades contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a los enfermos para que sean curados. Jesús nunca se negó a curarlos. Nunca siguió de largo, nunca giró la cara hacia otro lado. Y cuando un padre o una madre, o incluso sencillamente personas amigas le llevaban un enfermo para que lo tocase y lo curase, no se entretenía con otras cosas; la curación estaba antes que la ley, incluso una tan sagrada como el descanso del sábado (cf. Mc 3, 1-6). Los doctores de la ley regañaban a Jesús porque curaba el día sábado, hacía el bien en sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud, hacer el bien: y esto va siempre en primer lugar.”
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Catena Aurea
San Ambrosio
Aquí el Señor pasa a otras cosas; porque como se proponía salvar a todo el hombre, curaba un miembro después del otro; de donde se dice: «Y aconteció, que entrando otro sábado en la sinagoga, enseñaba».
Beda
En los sábados es cuando especialmente cura y enseña, no solamente para demostrar que el sábado es un día consagrado a Dios, sino también porque los sábados era cuando se reunía gente más solemnemente.
San Cirilo
Enseñaba verdaderamente cosas superiores a la inteligencia humana, y abría a los que le oían el camino que conduce a la vida eterna; y después que había explicado su doctrina, mostraba de repente su divino poder. Y sigue: «Y había allí un hombre que tenía seca la mano derecha».
Beda
Como el Maestro acababa de excusar con su ejemplo laudable la violación del sábado -que reprochaban a sus discípulos-, ahora le observan a El para calumniarle; de donde prosigue: «Y los escribas y los fariseos le estaban acechando por ver si curaba en sábado», esto es, para si no curaba, argüirle de crueldad o imbecilidad; y si curaba en sábado, considerarlo como infractor de la ley; por esto dice: «Para hallar de qué acusarlo».
San Cirilo
Esta es la costumbre del adversario: alimenta en sí la enfermedad del dolor con las alabanzas de otros; pero el Señor conoce todas las cosas, y penetra los secretos del corazón. Y sigue: «Mas El sabía los pensamientos de ellos, y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio: y él levantándose se puso en pie». Sin duda, con el fin de mover al cruel fariseo a que tuviese compasión; y que la misma pasión mitigase las llamas de la ira.
Beda
Comprendiendo el Señor la calumnia que le preparaban, reprende a aquellos que no interpretan bien los mandamientos de la ley, creyendo que en los sábados no podían hacerse obras buenas, siendo así que la ley únicamente manda abstenerse de los trabajos serviles en el sábado -esto es, de las malas acciones-. Por ello Jesús les dijo: «Os pregunto: ¿Es lícito en los sábados hacer bien», etc.
San Cirilo
La cuestión es oportunísima, porque si es lícito hacer bien en el sábado, y nada puede estorbar que los que sufren alcancen misericordia del Señor, en cuyo caso no tiene cabida la calumnia levantada contra Jesucristo; pero si no es lícito hacer obras buenas en el sábado, y la ley prohibe trabajar por la salvación de las almas, entonces se convertían en acusadores de la ley. Si queremos discutir la institución del sábado, observaremos que fue establecido para hacer obras piadosas; estaba mandado que en el sábado no se trabajase, con el fin de que descansen -como se dice en el Deuteronomio ( Dt 5,14)-, tu siervo, tu criada, y todo animal que te pertenezca. Por tanto, el que se compadece del buey y de los demás animales, ¿cómo no se compadecerá del hombre afligido con una grave enfermedad?
San Ambrosio
La ley figura en las presentes circunstancias, la forma de los futuros tiempos, en los cuales habrá ciertamente ferias de males, no de bienes; pues aunque se descanse de los trabajos materiales, no se estará ocioso, sino que se descansará alabando a Dios con obras buenas.
San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, quaest. 9
Habiendo curado el cuerpo, preguntó de esta manera: «¿Es lícito salvar las almas o perderlas?» Acaso porque hacía los milagros para establecer la fe, en la que se encuentra la salvación del alma, o porque la curación de la mano derecha significa la salvación del alma, la cual, no haciendo buenas obras, tenía, en cierto modo, seca su derecha; o también, por alma, entiende al hombre, así como se acostumbra a decir: «Hubo allí tantas almas».
San Agustín, de cons. evang. 2, 35
Pero aun puede preguntarse como dijo San Mateo, que ellos preguntaron al Señor si era lícito curar en sábado; cuando San Lucas hace ver, que fue el Señor quien les preguntó a ellos. Debe entenderse aquí, que ellos preguntaron primero al Señor, si era lícito el curar en sábado; y que después el Señor, conociendo los pensamientos de ellos, les salía como al encuentro, colocando en medio a aquél a quien se proponía curar, y les preguntó, como dicen San Marcos y San Lucas.
Prosigue: «Y mirándolos a todos».
Tito, Bostrense
Como haciendo fijar los ojos de todos, y excitando su inteligencia a la consideración del negocio, dijo a aquel hombre: «Tiende tu mano». Yo que he creado al hombre, soy quien te mando; el que tenía enferma la mano, obedeció y fue curado. Por lo que sigue: «El la extendió, y fue sana la mano». Los que debían admirarse ante aquel milagro, aumentan su malicia. Por lo cual sigue: «Y ellos se llenaron de furor, y hablaban los unos con los otros, qué harían de Jesús».
Orígenes
O como dice San Mateo, se salen y consultan el modo de matarlo.
San Cirilo
¡Oh fariseo, ves al que hace cosas prodigiosas, y que cura a los enfermos en virtud de un poder superior, y tú proyectas su muerte por envidia!
Beda
Este hombre es figura del linaje humano, árido porque no producía obras buenas, desde que representado en su primer padre, alargó la mano para coger la manzana, cuya mala acción enmendó el inocente Hijo de Dios, extendiendo sus manos en la cruz. La mano de la humanidad en la sinagoga estaba seca; porque donde se encuentra mayor copia de los conocimientos, allí comete mayor culpa el que quebranta lo mandado.
San Ambrosio
Ya has oído al que dice estas palabras: «Extiende tu mano»: esta medicina es común y general; y tú que crees tener buena la mano, evita que se te seque por la avaricia o por el sacrilegio. Extiéndela muchas veces, favoreciendo a tu prójimo, y dispensando tu protección a la viuda; defiende de cualquier injuria a quien veas sufrir bajo el peso de la calumnia, extiende también tu mano al pobre que te pide; extiéndela también al Señor, pidiéndole el perdón de tus pecados. Así es como debe extenderse la mano, y así es como se cura.