Sagrados Corazones, Columnas del Universo

Ambas fiestas, la del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, se celebran litúrgicamente de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.

La Iglesia celebra las dos fiestas en días consecutivos para manifestar que estos dos corazones son inseparables.  María siempre nos lleva a Jesús.

Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad. Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.

María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.

El Redentor y su Madre están unidos en la obra común de nuestra salvación. El Corazón de María, aparece atravesado por una espada como le profetizó Simeón cuando presentó a Su Hijo en el Templo, nos muestra su calidad de Corredentora: cuando atravesaron el costado de Cristo en la Cruz, fue María quien sangró.

Jesucristo es el Redentor del mundo y su Madre, María, la Corredentora. Si Jesús dijo «fiat», «hágase tu voluntad…», para afrontar el desafío de la pasión y muerte de cruz; María, dijo «fiat» «hágase según su voluntad», para aceptar la encarnación de Jesús. Sin en «si» de María (de la mujer María) no habría habido Jesús; es decir, el Salvador, que entra y asume la Historia y la condición Humana. El aporte de lo que Jesús hizo es infinito en comparación al de su Madre, pero Ella, por gracia de Dios, puso su granito de arena (que es como una columna gigantesca).

Aquí cabría recordar el sueño de las dos columnas de San Juan Bosco: https://www.actualidadcatolica.es/?p=91

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