¡Mándanos la luz de tu semblante, oh Yavé! (Sal 4,7b)
Su cara era como el sol que brilla en todos su esplendor. (Ap 16b)
Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que no se fijasen los israelitas en su resplandor (2 Cor 3.12-13).
¡Mándanos la luz de tu semblante, oh Yavé! (Sal 4,7b)
Su cara era como el sol que brilla en todos su esplendor. (Ap 16b)
Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que no se fijasen los israelitas en su resplandor (2 Cor 3.12-13).
Tal día como hoy de hace 79 años, moría asesinado D. Bonhoeffer, teólogo protestante alemán, mártir, ahorcado por el nazismo el 9 de abril de 1945, acusado de participar en el movimiento de resistencia. Seguir leyendo «Dietrich Bonhoeffer, «El precio de la gracia»» → |
El Evangelio de la misa de hoy, 5 de marzo, de san Mateo 18,21-35 (que podemos leer íntegramente más abajo), nos muestra la voluntad divina de que perdonemos siempre siempre:
Se acercó Pedro y dijo a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”
Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.» ( Mt 18, 21-22).
En la liturgia de la misa de hoy, 2 de marzo, se lee el evangelio según san Lucas 15,1-3.11-32, (que pueden ver abajo). Es un párrafo rico, lleno de matices y sugerencias; pero para no alegorizarla la parábola, fijémonos brevemente en lo central del tema que es —como dice el mismo texto—: «este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado«.
En el Evangelio (Mc 7,14-23) de la liturgia de hoy, el Señor nos habla de lo realmente importante: el cuidado del corazón, del espíritu humano. Lo cual contrasta con la actitud del ser humano de hoy, que se dedica a cuidado estético del cuerpo de una manera cuasi neurótica, machacándose en gimnasios, gastándose cantidad ingente de dinero en cirugías plásticas o en cremas de todo tipo…
En homenaje a todos aquellos que lo dejaron todo por amor al Señor. Y en agradecimiento, porque intuimos tanto como les debemos, aunque no somos del todo conscientes, e incluso algunos en su ignorancia se atreven a menospreciarlos porque miden la «utilidad» en términos mundanos, cuando estas cosas escapan a esa lógica, que solo pueden juzgarse y estimarse espiritualmente.